El oratorio de la Santa Cueva de Cádiz fue construido en el siglo XVIII para realizar la función de oratorio para ejercitantes.
Este oratorio esta formado por dos pequeños recintos de carácter religioso pero ambos de muy distinta tipología y condición.
La superior, una iglesia, la cual consta de una extraordinaria riqueza y luminosidad.La otra estancia es subterránea, formada por una capilla, tiene una mayor austeridad y recomiendo. Esta fue construida en el año 1781 a instancias de José Sáenz de Santa María, con un calvario de mármol el cual es una obra de Vaccaro y Gandulfo. Esta idea de la parte subterránea fue a partir de un sótano que apareció bajo la parroquia del Rosario en esta misma comunidad. En la capilla alta podemos contemplar obras de artes destacadas, entre las cuales podemos encontrar lienzos de Goya.
También podemos destacar que este oratorio es uno de los máximo exponentes de la arquitectura neoclásica religiosa en Andalucía aunque también encontramos en ellas elementos barrocos, el cual es obra de los arquitectos Torcuato Cayón y Torcuato Benjumeda. El oratorio se encuentra en el interior de una manzana de viviendas del casco histórico de la ciudad. La parte superior está formado por una planta elíptica, realizada con un tratamiento riquísimo de materiales acabados muy delicados y llena de detalles de muy exquisita decoración. Esta planta se apoya sobre la capilla inferior formada por tres naves, en un alarde costructivo audaz muy considerable.
Este oratorio fue consagrado culto por el obispo de la diócesis de Cádiz, Don Antonio Martínez de la Plaza, en el año 1796. El promotor del oratorio es José Sáenz de Santa María, marqués de Valde-Iñigo, el cual enriqueció el templo con una pieza musical que acompañaba en la mañana del viernes santo, la predicación de las siete ultimas palabras de Jesucristo. Dicha pieza fue encargada a Joseph Haydn, el cual la tituló Las Siete Ultimas Palabras de Nuestro Salvador en la Cruz.
En la siguiente fotos podemos ver el horario de visitas a la Santa Cueva:
El ministerio de Cultura declaró este oratorio como Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en el año 1981.
viernes, 29 de abril de 2011
Torcuato Benjumeda, nuestro arquitecto neoclasicista
Torcuato José Benjumeda nació en El Puerto de Santa María, el 4 de enero de 1757. Sus padres eran Miguel José Benjumeda y María Laguada. Fue bautizado el 9 de enero en la iglesia Prioral de aquella ciudad, siendo apadrinado por Torcuato Cayón de la Vega. Inició sus estudios en 1767 en la escuela que su padrino tenía en su propia casa. Junto a él se formará también Miguel de Olivares.
Se casó Benjumeda con doña Cándida Martínez de Pinillos, hija de don Manuel y de doña Teodomira Delgado. Era natural de Cádiz, de la que tuvo cinco hijos: María, Josefa, Francisco de Paula, Micaela y Manuel. Vivieron en el número 189 de la plazuela de la Cruz Verde.
En 1781, cuando contaba 24 años de edad, estuvo sustituyendo a Cayón en las tareas de Maestro Mayor de obras de la ciudad, a causa de las ausencias y enfermedades de éste, misión que estuvo desempeñando por espacio de dos años. El 11 de enero de 1783 muere Torcuato Cayón. A Benjumeda corresponderá continuar la labor emprendida por su maestro en algunos edificios religiosos, al verse privado de los cargos más importantes de la ciudad.
En 1789 fue nombrado Teniente de Arquitectura de la Academia de Nobles Artes de Cádiz. Tres años después, al ausentarse Albisu para reconocer los pantanos de Lorca, fue designado su sustituto como Maestro Mayor de la ciudad. Será en 1793 cuando Benjumeda alcance su máxima aspiración: ser nombrado académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El cargo de arquitecto primero de la ciudad lo obtuvo al ser jubilado Albisu, por acuerdo de 16 de diciembre de 1807, ratificado por el Real y Supremo Consejo el 7 de diciembre de 1809. En 1816 fue propuesto Presidente de la Academia de Cádiz, nombramiento que se hizo definitivo al año siguiente por fallecimiento de Albisu el 13 de abril. A partir de entonces se consignó a Benjumeda el sueldo íntegro de arquitecto mayor, que gozaba el anterior en su jubilación. Las oficinas del arquitecto y alarifes de la ciudad se hallaban en la calle Murguía, 169.
Tomó parte activa en el sitio de Cádiz, siendo promovido a segundo subteniente del batallón de Artilleros Voluntarios Distinguidos el 26 de septiembre de 1809, a teniente en 1821 y a capitán de la segunda compañía del Batallón de Artillería, el 23 de diciembre de ese mismo año.
Un punto negro en la vida de Benjumeda tuvo lugar al caerse la Plaza de Toros de Cádiz en 1820. Al responsabilizarse al arquitecto mayor de la ciudad, estuvo suspenso de empleo y sueldo hasta su rehabilitación en 1824.
En 1833 solicitó permiso al Ayuntamiento para ausentarse por motivos de salud. Se hallaba convaleciente de un ataque nervioso. Quedó como sustituto su hijo Francisco de Paula, quien había sido nombrado ayudante el 30 de marzo de 1829.
Benjumeda falleció en Cádiz el 15 de abril de 1836, a los 79 años de edad. "Fue conducido su cadáver con cruz de segunda clase, hasta Puerta Tierra, y se le hizo funeral de dicha clase en esta parroquia (San Lorenzo)". Hizo testamento ante el escribano público D. José García de Meneses el 2 de abril de ese año. Al fallecer era acreedor de grandes sumas, debidas a no habérsele hecho efectivas la mayoría de sus obras, ni en el cargo de arquitecto mayor de la ciudad, ni de presidente de la Academia.
Torcuato Benjumeda fue el iniciador de una dinastía de arquitectos, aunque de poco relieve. Su hermano Juan Lorenzo fue profesor de Arquitectura y Alarife del público. Ocupó el cargo de Maestro mayor de obras de la ciudad en 1819, a la muerte de Liberato Delgado. Trabajó junto a Torcuato en calidad de aparejador en numerosas obras. Francisco de Paula, el primer hijo varón de Torcuato, fue nombrado Ayudante de Arquitecto Mayor, en 1829, cuando era estudiante de Arquitectura. Años después fue destinado a Sevilla como Jefe de Hacienda y estuvo en posesión de la orden de Carlos III.
Caracteres generales de su obra
Cárcel Real de Cádiz. Torcuato Benjumeda, 1794.
Las raíces arquitectónicas de Benjumeda responden a una línea italiana que había de alcanzar gran raigambre en nuestro país. Sus orígenes están en la corriente que podríamos denominar Peruzzi-Serlio-Viñolesca, con su entronque a través de la versión nacionalizada por Herrera. A esta corriente del renacimiento clasicista que en Andalucía tuvo gran tradición local, hay que añadir la influencia de Borromini, tan en boga entre nuestros arquitectos de la segunda mitad del siglo XVIII.
Los recuadros subrayando las ordenaciones, los grandes tarjetones, los frisos amensulados (sobre todo en el orden compuesto), son motivos de Serlio que recoge Herrera y que Benjumeda actualiza a fines del siglo XVIII y en el primer tercio del siglo XIX. También este arquitecto gaditano, como Herrera, utilizó la combinación de piedra y ladrillo, los basamentos almohadillados, las pilastras casi sin resalte, los recuadros y la superposición de arco y dintel. Las fachadas de sus edificios (en los civiles, principalmente) suelen ser lineales y abstractas, procurando la euritmia, para que no se destaque ningún elemento. Otros elementos decorativos que Benjumeda generaliza son los arcos ciegos, moldurados, las pilastras jónicas con guirnaldas, y las ménsulas que hacen función de capiteles.
Obra
Las primeras obras que conocemos documentalmente de Benjumeda corresponden al año 1781. Fue durante los dos últimos años de la vida de Torcuato Cayón, en los que le suple en los diseños y planos de la Plazuela del Carbón (Plaza de España), subida a Santo Domingo (Cuestas de las Calesas), Plaza de San Roque, Puertas de Tierra y Casa Nueva de Comedias.
Cuando en 1783 muere su maestro, prosiguió las obras de la Iglesia de San Juan Bautista de Chiclana de la Frontera y la de San José de Puerto Real; así como la Santa Cueva y la Institución de las Recogidas, y las iglesias de San Pablo, el Rosario y la de San José, todas ellas en Cádiz. Como dibujante figura también en un túmulo dedicado a Carlos III, grabado por José Rico.
1792 va a ser un año decisivo. Por ausencia de Albisu es nombrado arquitecto segundo de la ciudad, cargo que le va a servir para prestar servicios en otros pueblos de la comarca. El Ayuntamiento de Puerto Real le encarga hacer el proyecto de Mercado. Es en este año cuando empieza su labor en la arquitectura civil de Cádiz. Diseña los planos urbanísticos de la zona del Pópulo y los de la Cárcel Real. A ellos seguirán los de la casa unida a la Iglesia del Rosario, Amargura, 19; casas en la Plaza de San Juan de Dios, etc.
En 1794 reconstruye la Alhóndiga; acaba la Iglesia de San José de Puerto Real y se inaugura (sin concluir) la Cárcel Real. Dos años después realiza el retablo mayor de la Iglesia del Rosario. Del año 1799 es su conocida reforma para las Casas Consistoriales de Cádiz, actual Ayuntamiento, mediante la cual antepone a las antiguas casas barrocas ya existentes una muy importante fachada neoclásica acorde con la categoría del edificio y la mentalidad del momento; y diseña un edificio para panadería y Juzgado.
En diciembre de 1801 le aprueban los planos del Cementerio, en el que diseña una fastuosa capilla, que no se realizó. Al año siguiente interviene en la construcción del Ayuntamiento de San Fernando, acaba el Mercado de Puerto Real y diseña el Hospital de Unciones que se proyecta en el Juego del Balón.
De 1803 data un nuevo plano de la Plaza de San Juan de Dios, donde proyecta la nueva Pescadería. Más tarde se le aprobará el Mercado de la Plaza del Hospital Real. Planifica en 1807 el Barrio del Balón y diseña un edificio para Molino de pan en la calle Herrón. Al año siguiente reedifica los muelles de Puerto Real.
A lo largo de 1815 realiza una obra de urbanización en el terreno que media entre las dos Catedrales y hace otro plano del Cementerio. Hay que destacar en el año siguiente los planos que ejecuta para el Ayuntamiento. En 1818 hace un nuevo plano para el Camposanto y realiza unas reformas en el Colegio de la Compañía de Jesús.
En 1820 un incidente va a eclipsar la figura de Benjumeda durante algún tiempo: el derrumbamiento de la Plaza de Toros de Cádiz. Hasta 1824 no se rehabilitó totalmente en su cargo. A pesar de ello, comenzó algunas obras como la urbanización de la Plaza de los Descalzos (Libertad), en 1821, y la de San Francisco, en 1822.
Se casó Benjumeda con doña Cándida Martínez de Pinillos, hija de don Manuel y de doña Teodomira Delgado. Era natural de Cádiz, de la que tuvo cinco hijos: María, Josefa, Francisco de Paula, Micaela y Manuel. Vivieron en el número 189 de la plazuela de la Cruz Verde.
En 1781, cuando contaba 24 años de edad, estuvo sustituyendo a Cayón en las tareas de Maestro Mayor de obras de la ciudad, a causa de las ausencias y enfermedades de éste, misión que estuvo desempeñando por espacio de dos años. El 11 de enero de 1783 muere Torcuato Cayón. A Benjumeda corresponderá continuar la labor emprendida por su maestro en algunos edificios religiosos, al verse privado de los cargos más importantes de la ciudad.
En 1789 fue nombrado Teniente de Arquitectura de la Academia de Nobles Artes de Cádiz. Tres años después, al ausentarse Albisu para reconocer los pantanos de Lorca, fue designado su sustituto como Maestro Mayor de la ciudad. Será en 1793 cuando Benjumeda alcance su máxima aspiración: ser nombrado académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El cargo de arquitecto primero de la ciudad lo obtuvo al ser jubilado Albisu, por acuerdo de 16 de diciembre de 1807, ratificado por el Real y Supremo Consejo el 7 de diciembre de 1809. En 1816 fue propuesto Presidente de la Academia de Cádiz, nombramiento que se hizo definitivo al año siguiente por fallecimiento de Albisu el 13 de abril. A partir de entonces se consignó a Benjumeda el sueldo íntegro de arquitecto mayor, que gozaba el anterior en su jubilación. Las oficinas del arquitecto y alarifes de la ciudad se hallaban en la calle Murguía, 169.
Fachada del Ayuntamiento de Cádiz. Benjumeda, 1799. |
Tomó parte activa en el sitio de Cádiz, siendo promovido a segundo subteniente del batallón de Artilleros Voluntarios Distinguidos el 26 de septiembre de 1809, a teniente en 1821 y a capitán de la segunda compañía del Batallón de Artillería, el 23 de diciembre de ese mismo año.
Un punto negro en la vida de Benjumeda tuvo lugar al caerse la Plaza de Toros de Cádiz en 1820. Al responsabilizarse al arquitecto mayor de la ciudad, estuvo suspenso de empleo y sueldo hasta su rehabilitación en 1824.
En 1833 solicitó permiso al Ayuntamiento para ausentarse por motivos de salud. Se hallaba convaleciente de un ataque nervioso. Quedó como sustituto su hijo Francisco de Paula, quien había sido nombrado ayudante el 30 de marzo de 1829.
Benjumeda falleció en Cádiz el 15 de abril de 1836, a los 79 años de edad. "Fue conducido su cadáver con cruz de segunda clase, hasta Puerta Tierra, y se le hizo funeral de dicha clase en esta parroquia (San Lorenzo)". Hizo testamento ante el escribano público D. José García de Meneses el 2 de abril de ese año. Al fallecer era acreedor de grandes sumas, debidas a no habérsele hecho efectivas la mayoría de sus obras, ni en el cargo de arquitecto mayor de la ciudad, ni de presidente de la Academia.
Torcuato Benjumeda fue el iniciador de una dinastía de arquitectos, aunque de poco relieve. Su hermano Juan Lorenzo fue profesor de Arquitectura y Alarife del público. Ocupó el cargo de Maestro mayor de obras de la ciudad en 1819, a la muerte de Liberato Delgado. Trabajó junto a Torcuato en calidad de aparejador en numerosas obras. Francisco de Paula, el primer hijo varón de Torcuato, fue nombrado Ayudante de Arquitecto Mayor, en 1829, cuando era estudiante de Arquitectura. Años después fue destinado a Sevilla como Jefe de Hacienda y estuvo en posesión de la orden de Carlos III.
Caracteres generales de su obra
Cárcel Real de Cádiz. Benjumeda, 1794 |
Las raíces arquitectónicas de Benjumeda responden a una línea italiana que había de alcanzar gran raigambre en nuestro país. Sus orígenes están en la corriente que podríamos denominar Peruzzi-Serlio-Viñolesca, con su entronque a través de la versión nacionalizada por Herrera. A esta corriente del renacimiento clasicista que en Andalucía tuvo gran tradición local, hay que añadir la influencia de Borromini, tan en boga entre nuestros arquitectos de la segunda mitad del siglo XVIII.
Los recuadros subrayando las ordenaciones, los grandes tarjetones, los frisos amensulados (sobre todo en el orden compuesto), son motivos de Serlio que recoge Herrera y que Benjumeda actualiza a fines del siglo XVIII y en el primer tercio del siglo XIX. También este arquitecto gaditano, como Herrera, utilizó la combinación de piedra y ladrillo, los basamentos almohadillados, las pilastras casi sin resalte, los recuadros y la superposición de arco y dintel. Las fachadas de sus edificios (en los civiles, principalmente) suelen ser lineales y abstractas, procurando la euritmia, para que no se destaque ningún elemento. Otros elementos decorativos que Benjumeda generaliza son los arcos ciegos, moldurados, las pilastras jónicas con guirnaldas, y las ménsulas que hacen función de capiteles.
Obra
Interior del Oratorio de la Santa Cueva (Cádiz) |
Las primeras obras que conocemos documentalmente de Benjumeda corresponden al año 1781. Fue durante los dos últimos años de la vida de Torcuato Cayón, en los que le suple en los diseños y planos de la Plazuela del Carbón (Plaza de España), subida a Santo Domingo (Cuestas de las Calesas), Plaza de San Roque, Puertas de Tierra y Casa Nueva de Comedias.
Cuando en 1783 muere su maestro, prosiguió las obras de la Iglesia de San Juan Bautista de Chiclana de la Frontera y la de San José de Puerto Real; así como la Santa Cueva y la Institución de las Recogidas, y las iglesias de San Pablo, el Rosario y la de San José, todas ellas en Cádiz. Como dibujante figura también en un túmulo dedicado a Carlos III, grabado por José Rico.
1792 va a ser un año decisivo. Por ausencia de Albisu es nombrado arquitecto segundo de la ciudad, cargo que le va a servir para prestar servicios en otros pueblos de la comarca. El Ayuntamiento de Puerto Real le encarga hacer el proyecto de Mercado. Es en este año cuando empieza su labor en la arquitectura civil de Cádiz. Diseña los planos urbanísticos de la zona del Pópulo y los de la Cárcel Real. A ellos seguirán los de la casa unida a la Iglesia del Rosario, Amargura, 19; casas en la Plaza de San Juan de Dios, etc.
En 1794 reconstruye la Alhóndiga; acaba la Iglesia de San José de Puerto Real y se inaugura (sin concluir) la Cárcel Real. Dos años después realiza el retablo mayor de la Iglesia del Rosario. Del año 1799 es su conocida reforma para las Casas Consistoriales de Cádiz, actual Ayuntamiento, mediante la cual antepone a las antiguas casas barrocas ya existentes una muy importante fachada neoclásica acorde con la categoría del edificio y la mentalidad del momento; y diseña un edificio para panadería y Juzgado.
En diciembre de 1801 le aprueban los planos del Cementerio, en el que diseña una fastuosa capilla, que no se realizó. Al año siguiente interviene en la construcción del Ayuntamiento de San Fernando, acaba el Mercado de Puerto Real y diseña el Hospital de Unciones que se proyecta en el Juego del Balón.
De 1803 data un nuevo plano de la Plaza de San Juan de Dios, donde proyecta la nueva Pescadería. Más tarde se le aprobará el Mercado de la Plaza del Hospital Real. Planifica en 1807 el Barrio del Balón y diseña un edificio para Molino de pan en la calle Herrón. Al año siguiente reedifica los muelles de Puerto Real.
A lo largo de 1815 realiza una obra de urbanización en el terreno que media entre las dos Catedrales y hace otro plano del Cementerio. Hay que destacar en el año siguiente los planos que ejecuta para el Ayuntamiento. En 1818 hace un nuevo plano para el Camposanto y realiza unas reformas en el Colegio de la Compañía de Jesús.
En 1820 un incidente va a eclipsar la figura de Benjumeda durante algún tiempo: el derrumbamiento de la Plaza de Toros de Cádiz. Hasta 1824 no se rehabilitó totalmente en su cargo. A pesar de ello, comenzó algunas obras como la urbanización de la Plaza de los Descalzos (Libertad), en 1821, y la de San Francisco, en 1822.
miércoles, 27 de abril de 2011
El Neoclasicismo, el arte del siglo XVIII
El neoclasicismo es un movimiento artístico que se revela ante el clasicismo de finales del período barroco. No vuelve su mirada a la naturaleza y a lo nacional, como el clasicismo si no que se dirige directamente a la antigüedad clásica. En la literatura, donde el movimiento empieza, toman las normas de Aristóteles y Horacio sobre la poesía como algo inmutable y rígido. En arquitectura y demás artes las proporciones clásicas en la construcción fueron la norma, entonces encontramos edificios con columnas al estilo griego y guardando las proporciones del rectángulo de oro (donde la división entre el lado mayor y el lado menor da el número aureo que equivale a 1,6180339887... aproximadamente pues es un número irracional).
Es frecuente encontrar edificios como teatros con nichos aludiendo a las musas del arte junto a con grandes escritores del momento como Cervantes o Petrarca. Boilau en Francia, Luzán en España y un poco después Gravina y Muratori en Italia se encargan de darle el contenido doctrinal a este movimiento antibarroco que conocemos como el neoclasicismo. La universalidad que pretendía dar a la cultura se siente como un regreso al los ideales universalistas del renacimiento y con ello resultó un tipo curioso de complemento a la mentalidad absolutista del momento, la palabra del rey era la ley de la misma manera que la palabra de la antigüedad clásica también lo era.
Los artistas neoclásicos eran muy déspotas con sus creaciones y manifestaban un egocentrismos que como digo se complementaba bastante con el absolutismo monárquico. Sin embargo hay grandes diferencias propias del movimiento sobre todo en qué reglas seguir. En la pintura y la escultura se vuelven a representar escenas de la mitología y la historia de Grecia y hasta de Roma pero con los rostros de nobles y personajes modernos, que muchas veces posan vestidos con las ropas de la época.
También el ideal de belleza vuelve sus ojos a los estilos griegos y vemos a las mujeres algo pasadas de peso pero guardando proporciones muy agradables, por usar este ejemplo. El neoclasicismo se revela al barroco y en especial al rococó, pero en su vuelta a la antigüedad griega se vuelve tan rígido como el mismo barroco que si somos sinceros es un fenómeno que experimentan todos estos movimientos.
La Cárcel Real, el Neoclasicismo hecho piedra
En 1792 la ciudad de Cádiz, en atención a la mala distribución, situación y construcción de la antigua cárcel, determinó la construcción de una nueva, en un paraje más ventilado y de una capacidad proporcionada a la población. Lo diseña en el año 1794 Torcuato Benjumeda, el más representativo de todos los arquitectos que trabajan en la ciudad, en un momento en que comienza el declive económico y en el que el Neoclásico está de moda, en contraposición con el hasta entonces vigente Barroco, que ahora se considera decadente e incluso de mal gusto. El coste total de las obras fue de 3,5 millones de reales.
Los planos están fechados en 1794, año en que comienzan las obras. Sin embargo, tienen que ser posteriores, ya que Benjumeda firma con el título de Académico de mérito, título que no se le concedió hasta 1807. También se cita a la ciudad como Muy Heroica, título que fue concedido a la ciudad de Cádiz en 1816.
El edificio se comienza a utilizar en el año 1836, cuando se termina gran parte del mismo por el también arquitecto Juan Daura, quedando entonces por terminar el último tramo, el más cercano al mar, que no se acabó hasta el año 1.990, en la rehabilitación realizada para el Ministerio de Justicia por J. Montes Deza, para habilitarlo como sede de los Juzgados, que lo salvó de un estado casi de ruina. Siguiendo los planos originales se completó la última crujía del edificio y se instala a modo de remate en el cuerpo avanzado de la fachada principal, un ático rectángular y un gran escudo con dos pináculos a los lados.
Hoy día se desconoce cuál será el futuro de este edificio, sin lugar a dudas, la obra cumbre del Neoclásico andaluz.
Edificio de planta rectangular, de 66,87 por 33,45 metros y perfectamente simétrico, que se organiza según un patio central cuadrado y de otros dos rectangulares menores a los lados, alrededor de los cuales se distribuyen las celdas y otras dependencias en dos plantas de altura.
En alzado presenta dos plantas, con un cuerpo central avanzado. Pilastras toscanas, de orden gigante (peraltadas sobre un basamento) enmarcan los vanos. Las ventanas de la planta baja, de mayor luz, tienen un sencillo guardapolvo de traza horizontal, que desciende cóncavo en sus extremos. Sobre las pilastras corre un entablamento, en cuyo friso hay triglifos y bajo ellos tres gotas.
El cuerpo central de la fachada presenta cuatro columnas toscanas adosadas, más dos pilares en los extremos, del mismo orden. En los lados menores del cuerpo central, sobre los vanos de la planta baja, enmarcados por pilastras, se distribuyen unos semicírculos ciegos, sobre los que hay inscrito un óculo.
Encima de la portada principal tenía una inscripción que decía: "Odia el delito, compadece al delincuente", frase debida a Concepción Arenal.
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